lunes, 26 de agosto de 2013

EL FEMINISMO Y LAS MUJERES JÓVENES ¿UNA ESPECIE EN PELIGRO DE EXTINCIÓN?

Hace ya unos cuantos años, la revista 'Poder y libertad' dirigida por Lidia Falcón me pidió que escribiera un artículo sobre las mujeres jóvenes y el feminismo. Artículo que nunca vió la luz porque la revista dejó de publicarse debido a la falta de recursos económicos. Me ha parecido interesante publicar el artículo íntegro tal cuál lo escribí hará unos buenos 10 años más o menos. Hace poco un amigo me preguntó si el feminismo había muerto, así que me gustaría saber si entre las jovenes de ahora ha cambiado la percepción o si también sienten esta sensación de peligro.
Aquí va:


He de confesar que en cuanto me senté a escribir sobre la relación entre el feminismo y las mujeres jóvenes, o en cómo las mujeres jóvenes vivimos el feminismo, una página en blanco, una mente sin ideas, unos cuantos esbozos de frases sueltas con poco sentido,  y una miríada de palabras se me amontonaban en la pantalla del ordenador sin poder establecer un orden, una consecuencia, un sentido completo. Varios días transcurrieron de esta manera, y en el apretado intervalo temporal del que disponía para hablar sobre esta relación, me seguían sucediendo frases postizas, intentos de comenzar académicamente un artículo, o un ensayo. Yo, de pronto me encontraba con cierto grado de autoridad para hablar de un tema del que yo misma no estaba segura, sino confusa e insegura. De repente, todo el conocimiento que supuestamente había aprendido, y todo el trabajo que he estado realizando durante estos años se me presentaba embarullado en un sin fin de pensamientos ilógicos y sin orden. Lo que siempre había estado claro para mí, en un abrir y cerrar de ojos se volvía difuso, incongruente ¿Qué es lo que estaba buscando? ¿La frase que me diera la clave para relacionar feminismo y mujeres jóvenes? ¿Una frase maestra, que me abriera la puerta que me obstruía el pensamiento? Realmente no sabría decir dónde radica este obstáculo en el que algo tan obvio para mí como el feminismo y la mujer, se detenía en una pared en blanco al intentar desglosar la especificidad de la mujer joven en todo este lío que llamamos feminista.
Muchas veces he dicho sin tapujos que me siento feminista, que soy feminista, sin embargo, los ojos se me llenan de lágrimas cuando me preguntan ¿eso qué significa?, o cuando la etiqueta de 'es feminista' sirve de coletilla a mi nombre en cualquier sitio, y aún más cuando se usa para hacer halago de un chiste o de alguna ocurrencia. Aún más impotencia me suscita cuando me piden que nombre algún ejemplo de alguna feminista que no fuera de los años setenta y que no odie a los hombres. Dos razones existen para que un atisbo de tristeza se apodere de mí ante una barbaridad semejante: en primer lugar que el ser feminista signifique que odies a una parte de la humanidad y en segundo lugar que este movimiento se haya fosilizado en un acontecimiento aislado durante la época de los setenta, y ahora sin más, anecdótico. Me apena pensar que tanto esfuerzo, tanta dedicación, tantas lágrimas derramadas, y tanta lucha, hayan quedado en un segundo plano, simplemente porque la ignorancia hacia esta ideología no deje espacio para más atención.
Yo soy una mujer joven, que entiendo, que me preocupa la situación que las mujeres están viviendo en nuestro país.  Me preocupa que las aulas de las universidades estén llenas de mujeres, y un efímero tanto por cien en la plantilla de profesorado universitario sean mujeres. Me aterro cuando pienso en el mercado de la literatura y entre tanto premio Nobel y virtuoso de la lengua nos aparece una mujer, una escritora, una poeta, una química, una ingeniera puesta con pinzas y como modelo ejemplar, a la que en cualquier entrevista le preguntan sobre la dificultad de compaginar el ser madre con las afecciones intelectuales. Y con esto vamos añadiendo una jornada más de trabajo, ya que si después de lavar la ropa, hacer la comida y pensar en las vacaciones te queda tiempo para escribir, ¡aleluya! Se te cuelgan ciertos san benitos como: 'qué mujer tan desapegada de su familia' o 'cómo puede encontrar más placer al escribir que al estar con su familia'. Sin embargo, ahora parece ser que todo está en paz, que eso no nos pasa a las mujeres jóvenes, que ya no vamos a misa, y nos acostamos con quien queremos, sin explicar a nadie cuándo y dónde entramos y salimos y con quién. Y todo esto a las mujeres jóvenes pues tampoco nos importa, porque no pensamos en tener hijos, sino en ser las mejores en nuestro trabajo, las mejores amantes para nuestro hombre en la cama, nos debatimos entre la moda y los libros intelectuales. En definitiva nos esforzamos en ser como los hombres, como nuestros amigos y parientes masculinos, y así nos sentimos más aceptadas, más parte de la sociedad, aunque en nuestro interior un vacío te envuelva el alma hacia adentro y te deje un agujero en el pecho, porque de repente no sabes cómo has de ser: ni quieres ser como las mujeres de antaño, ni encuentras un lugar donde sentirte segura en la actualidad.
Sin embargo, todos hacemos oídos sordos, especialmente las chicas jóvenes como yo, entre las cuales existe una generalizada apatía abismal hacia una reconfiguración de mujer, y una actitud hostil a la consideración del movimiento feminista como eje representativo. Esta falta de interés es del todo manifiesta en las concentraciones y en las reuniones de mujeres. He sido testigo presencial, participado en seminarios y charlas, y puedo decir que siempre he sido víctima o de actitudes maternales o de rechazo: 'Esta niñata qué sabrá lo que es defenderse en la vida'. En estas reuniones, o en cualquier acto que se celebraba en pro de la conversación acerca de y por la mujer, la representación de mujeres jóvenes brillaba por su ausencia, y encontraba una o dos chicas con las que podía compartir un momento cálido, y no sentirme como un extraterrestre perdido en medio del espacio. Y yo me preguntaba por qué no había mujeres jóvenes allí: ¿no les interesa, no quieren saber cómo otras mujeres piensan, actúan, se relacionan con su ser mujer? Muchos de los temas que se debatían, sin embargo, me eran bastante lejanos, ya que no configuraban mi personalidad, no respondían a ninguno de mis intereses. Yo ya he alcanzado esta independencia de la que se habla en casi todas las reuniones. No tengo familia y mi vida no gira entorno a ser esposa y madre y el ser individuo que piensa y se desarrolla en un cuerpo de mujer. Tengo pleno poder para decidir sobre mi propio cuerpo, y no me preocupa el no casarme y tener bebés. ¿Y entonces? ¿Quién soy? ¿Qué tipo de mujer soy? ¿Femenina, que rechaza la feminidad? ¿Soy un bicho raro? O ¿Encajo en esta categoría?
Es curioso cómo desde que he empezado a escribir, me han estado sucediendo una serie de preguntas constantes que me conducen a la ausencia, a la falta de referentes, y casi sin planearlo, la incapacidad de escribir un solo párrafo sobre este tema me ha llevado a cuestionar en este espacio, que gran parte de la condición de 'movimiento de segunda' que tiene desgraciadamente el feminismo es mucho más exacerbado entre las mujeres jóvenes, y esto se debe en gran parte a la falta de imágenes que nos representen. Nos debatimos entre el rechazo de papeles convencionales  y la aceptación de una forma de ser mujer, que la sociedad todavía no acepta. De ahí parten las miradas de: 'insatisfecha', 'amargada', o simplemente 'está aburrida'.
En repetidas ocasiones me he preguntado el porqué ahora que estamos en un sistema político que permite trabajar sin tapujos en cualquier tipo de circunstancia que remita a los derechos de las mujeres, no se hace. Nosotras, jóvenes que nacimos ya dentro de la democracia, que nunca tuvimos que soportar un régimen opresivo, ni convertirnos en máquinas de hacer bebés para la patria, ni en abnegadas madres que anulan su identidad como mujer por el bien de la familia, de los hijos, de la sociedad. Ya no es necesario que nos sacrifiquemos por los demás, y ahora que gozamos de una libertad absoluta económica y sexualmente, ¿por qué no se habla de feminismo? ¿Por qué políticamente, socialmente, no se habla de un intento de formulación para mejorar la relación entre la mujer y la polis? ¿Será que nos basta con que en el gobierno haya una cantidad aceptable de mujeres en altos cargos? ¿o sirve para limpiar la conciencia de unos y callar a otros? Este hecho, sin duda alguna, es un paso importante. Dos mil años tuvimos que esperar para que esto suceda, unos cuantos más necesarios para equiparar el rango de preguntas entre mujeres y hombres, cuando al señor le pregunten qué es más difícil ser padre o ser ministro. Y yo me pregunto, ¿cuántos más hemos de esperar para que exista una plena reconciliación entre la mujer y la cultura, la sociedad?
Mi relación con el feminismo, he de confesar, y con esto ya van dos confesiones en tan pocas páginas, que empezó fuera de España, concretamente en el Reino Unido, donde el tema del 'género' está bastante más desarrollado, y la sociedad está bastante más preparada para hablar de feminismo, sin que el horror o la comedia ataquen a tu contertulio.
En España, sin embargo, la situación del feminismo resulta un tanto complicada, ya que esta actitud irónica e incluso de rechazo que la mayoría de las mujeres jóvenes adopta en cuanto el tema del feminismo aflora en las conversaciones, no es del todo responsabilidad de nosotras mismas. Cierto es que siempre que me reúno con mis amigas para tomar café, o para tomar una copa, acabamos hablando de lo que realmente nos preocupa, o de cómo vamos a manejar nuestra vida. Sin embargo es curioso que en la mayoría de estas conversaciones el tema gira en torno a las opiniones de los demás, y en lo que dirán de esto y de lo otro y no en lo que una misma quiere hacer. Pero esto tampoco es algo nuevo, las revistas nos dicen cómo debemos vestir para estar más guapas, cómo peinarnos para estar a la última y hasta como dar placer en la cama a tu hombre si quieres que permanezca contigo y no mire a otra. Y entre todo esto, tú sigues pensando por qué los libros de las poetisas que estás buscando no los encuentras. Por qué las publicaciones de mujeres brillan por su ausencia en las estanterías de las librerías, por no hablar de en los concursos públicos. Yo me niego a admitir que las mujeres jóvenes de mi edad no escriban, no pinten, no hagan política. Sin embargo, reconozco que nos falta acostumbrar mucho más la vista y el oído a hablar de feminismo, ya que el sentimiento de hostilidad que éste suscita no es más que la consecuencia de la ignorancia y la falta de información hacia lo que el feminismo representa.
Y lo que es peor que entre las chicas de mi edad simplemente no exista, el feminismo esté ausente, y ha sido esta ausencia la que en un primer momento dejaba mi mente despoblada de un discurso coherente acerca de cómo creo que las mujeres jóvenes nos sentimos hacia el feminismo, y al final, hasta esta última línea, ha sido el hilo conductor de estas palabras de alguien que no va a dejar que el feminismo se diluya en la pretendida libertad e independencia como final del trayecto, sino que creo que debemos utilizar esta privilegiada situación que nuestras madres nos dejaron como comienzo de un largo camino en el que podamos al fin cambiar, reorganizar y redefinir la sociedad,  en la que ambas partes nos sintamos parte de ella sin necesidad de transvertir ni nuestra actitud ni nuestro pensamiento. Esto sólo puede ser posible si reconstruimos los valores que nuestra sociedad necesita debatir y dejamos a un lado prejuicios sin sentido hacia los movimientos ideológicos que como el feminismo se consideran 'de segunda'. La mujeres jóvenes creo que debemos especialmente luchar para que se debata nuestra situación y el feminismo deje de ser un movimiento en peligro de extinción.










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